Ante la disyuntiva de vivir en una casa o en un piso, una aplastante mayoría de españoles ha decidido escoger la segunda opción. Tanto es así que España lidera el ranking de los países de la Unión Europea por porcentaje de población que ha elegido un piso como hogar. Frente a una media que en Europa es del 42%, la parte de españoles que comparten un inmueble con otros vecinos alcanza el 66%, cuando en los países de su entorno más inmediato, como Francia o Portugal, esta cuota llega a un 31% y un 45%, respectivamente, según los últimos datos disponibles de Eurostat, que se refieren a 2015.
Así, alrededor de un 34% de españoles tiene su hogar en una casa, muy lejos del 92% de los irlandeses (los europeos que más viven en una casa, ya sea adosada o totalmente independiente). Algunos de ellos, en lugar de adquirirla, han decidido construirla en un terreno de su propiedad. Muchas veces, el hecho de no poder reunir todo el dinero necesario para comprar el solar y edificar su propia vivienda desanima al propietario potencial. Sin embargo, así como hay préstamos bancarios que se conceden hipotecando la vivienda que se quiere adquirir, existen hipotecas que las entidades otorgan a particulares para su proyecto de casa, con el objetivo de llevar a cabo su construcción.
Dinero a plazos
Se trata de los llamados préstamos autopromotor. Para solicitarlos hay que cumplir con tres requisitos previos, detalla Santiago Cruz: ser dueño del terreno en el que se va a edificar la casa y haber obtenido tanto la licencia de obras como el proyecto de obra correspondientes. Este último, añade el director general de la agencia de servicios hipotecarios Ibercredit, tiene que estar visado por el Colegio de Arquitectos.
Una vez formalizada la escritura del préstamo, el banco entrega el importe pactado a plazos, a medida que avance la obra. Cada vez que termine la ejecución de una parte determinada de la vivienda, una compañía tasadora firma una certificación de obra, lo que permite ingresar el dinero. “La primera disposición suele coincidir con la constitución del préstamo y el importe de la misma es un porcentaje del valor de la parcela donde se va a realizar la construcción”, dice Cruz, quien agrega que, en general, se trata de un 40% o un 50%. Una vez empiecen las obras, la entidad bancaria liberará las cantidades establecidas en cada fase.
El plazo de amortización del préstamo puede llegar a 40 años, aunque lo más común son 30 años. Habitualmente, el período de carencia –es decir, el lapso de tiempo en el que el cliente queda eximido de pagar sus cuotas– se fija entre 12 y 18 meses. Los intereses no difieren de las hipotecas destinadas a la adquisición de casas ya construidas, siempre y cuando se trate de la vivienda habitual del propietario.
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